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Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación


Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación

Por Homero Ramírez | Miércoles 20 de marzo 2024

Fotografías: Producción Lotus



Los comprometidos seguidores de blink-182 que llegaron hasta el Parque Cerrillos no solo deberían ser considerados oyentes del trío de San Diego, sino que se tomaron el sábado 16 de marzo del 2024 como el de llevar a cabo la más grande operación musical para un fanático: ver en vivo a su banda favorita, a la de toda su vida, esa que acompañó por igual en las buenas y en las malas... en tiempos que más rememoran el ayer, lo hacen más fácil, aunque sabiéndose más emotivos que el resto.


La reacción fue variada, porque en una porción de la cancha del duodécimo Lollapalooza Chile, el festival que hizo posible el hito, reinó el descontrol y esa sensación tan rica de la libertad que se gana cuando tu oído habita tu zona de confort. Poder saltar porque sí. Desgarrar la garganta porque amerita. Participar del mosh para adornar los sonidos que nos recuerdan por qué fuimos lo que fuimos, gracias a qué señales musicales llegamos a dónde estamos. Es lo que escuchamos para estar bien cuando estábamos mal; para estar mejor siendo parte de un fanbase.


Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación

Este post abraza al fan de blink que enloqueció y también al que, atónito, apenas pudo gesticular al tener al frente lo que siempre soñó. No hay que dejar a un lado al que lloró a mares por el impacto. Y a todo el que no llegó y seguirá anhelando este concierto. A Tom, que estuvo meticuloso, fiero e implacable. A Mark, que recuperado ejecutó sin espacio a error. Y a Travis, que entre el orgullo de producir One More Time... (2023) hoy se empodera y canta, se sabe parte fundamental para que todo parezca en su lugar natural.


Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación

Aunque sí acumula adeptos más pequeños, blink no arrasa entre los más cercanos a cumplir 20 y por algo se entiende que Kidd Voodoo acaparara a ese sector del público en ese bloque horario. Y que, por supuesto, The Blaze pudiese deslumbrar en paralelo y que otra buena porción lo fuera a esperar a Diplo. Todo aquel que pagó su ticket por los kings of the weekend californianos sabía desde temprano dónde era la cita, a qué hora y cómo estaba dispuesto al show en cuanto a su conformación: fue el mismo libreto que 24 horas antes en Buenos Aires.


Y esos blinkers que edificaron la explanada hasta un estimado de cien mil almas vibrando al unísono en el Cenco Malls Stage llegaron solos a moshear, o bien en familia para marcar un precedente para traspasar el gusto. Como hijos pequeños en los hombros de sus papás con poleras alusivas. Estaban todos crecidos y no escatimaron en el esfuerzo. Varios entre pancartas tomaron posición cuando abrieron las puertas y se bancaron la espera.


Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación

Tronic abrió el escenario en medio de una tesis: es muy difícil que en la primera década dosmilera no te gustaran ambas bandas si eras de tocatas de la escena pop punk criolla. Glup! vino en la media tarde con clásicos que coinciden con la época warpedtouriana de blink, FLETCHER fue un respiro para los que saltaron desde la una con una dosis de pop rock que refresca en serio, y The Offspring una previa más perfecta, sobre todo para esos +35 que antes de blink ya seguían la escena que luego los grandes animadores pasearían por estadios con un éxito comercial inusitado. De las 12 a las 21, nueve horas donde todo el que se movió dificultó su presencia en las primeras filas. O debió batallar bastante por un lugar de privilegio.


Especial blink-182 en Chile o cómo creció una generación

blink es un fenómeno, una religión para los más fieles, coleccionistas y sabelotodos de las letras, y su presencia en Sudamérica ha quebrado con múltiples teorías conspirativas que hacían imposible la visita. Es para al menos cien mil treintañeros y aledaños sacarse una bala en su trayectoria como fans de algo importante. Porque está de más decir que para esa generación crecida la tríada significa más que un puñado de hits: son los álbumes, cada una de las eras, las idas y vueltas, las canciones que sin ser singles son fijas en la propuesta en vivo, el esqueleto que mejora la experiencia (bromas, escándalos ficticios, solos de guitarra y batería, una comunicación fluida, música sin pausas) y poner el punto final entre lo que se añoró para así asumir el paso a dar desde el día siguiente de ver al grupo de tu vida. Una que te situó allí por una razón, sin habitación para hablar de casualidades.


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